El cáncer de hígado es una de las neoplasias malignas más comunes en el mundo. Tiene una máxima frecuencia entre los 50 y 60 años de edad. La mayoría se desarrollan en hígados cirróticos.

Desafortunadamente, la mayor proporción de casos se diagnostica en etapas avanzadas, asociándose a un mal pronóstico. Se asocia a infecciones por los virus de las hepatitis B y C; el consumo crónico de alcohol y el tabaquismo son los principales factores de riesgo.

Las primeras manifestaciones pueden ser malestar general, pérdida de peso, ascitis refractaria, hepatomegalia o progresión de la insuficiencia hepática. El síntoma más frecuente es dolor abdominal en el cuadrante superior derecho acompañado en ocasiones de un tumor abdominal palpable.

El diagnóstico temprano ofrece la posibilidad de curación y esta oportunidad se obtiene mediante la determinación periódica de un marcador tumoral llamado alfa-fetoproteína (AFP) y ultrasonido de escrutinio en sujetos de riesgo.

La cirugía es el tratamiento más efectivo y es casi la única terapéutica eficaz, si bien la curación solo se alcanza en pocos pacientes. Por el antecedente de cirrosis, la mayoría son medicamente no operables, por lo que existen tratamientos que si bien no son curativos aumentan la sobrevida.